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Siete días de tu vida,
de ti misma una semana,
perece tanto tiempo;
yo que no esperaba nada
de tus diecinueve abriles
dibujados de esperanza.
Y esos ojos anhelantes
que disfrazas de atrevidos,
me revelan el secreto
de un poema escondido;
si el que lo guarda se duerme,
alguien puede salir herido.
Me pediste una canción y aquí está;
sólo son unas palabras,
recuerdo de que un día se cruzaron
tu mirada y mi mirada.
Tu mañana aún no existe,
mi ayer es sólo un sueño
y vivimos el ahora,
ese instante perpetuo
donde el mañana se hace ayer
y todo lo nuevo es viejo.
(Julio 1982)
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